jueves, 15 de septiembre de 2011

9. En busca del océano Indico

Y llega un día que lo que era un plan se convierte en un hecho. Con un largo e incierto camino por delante toca dar el primer paso, despedirnos de aquellos que tan bien nos han tratado. Para Evelin es un momento muy intenso...

...pero no estará sola

Solo hay una consigna: mirar atrás solo para coger impulso
Pero yo no miento, y esos miedos que invaden a aquel que reta a lo desconocido resultarán infundados. La adaptación de Eve al medio resultará perfecta. Poco a poco, sin presiones, vamos avanzando por un territorio donde las pocas sombras que hay ya tienen dueño


Durante muchos kilómetros saludaremos a los boabs, esos árboles que yo, ignorantemente, creía solo en África...

... cruzaremos ríos caudalosos...
...e iremos acostumbrándonos a unos colores que nos acompañarán durante más de 4.000 km

Así, día tras día, noche tras noche, dejaremos atrás el Northern Territory para entrar en Western Australia. La parte norte del nuevo estado seguirá siendo tropical. Son los Kimberley, hogar de cocodrilos, gargantas y montañas. Nos iremos acostumbrando al bush y a sus noches solitarias, al canto de los pájaros y a las estrellas fugaces. A veces pararemos en áreas de descanso donde recibiremos la generosidad de los que nos consideran "valientes", "locos" o simplemente "estúpidos". Conoceremos muy buena gente y compartiremos experiencias y hogueras cuando las noches sean frías  

Y tras 2.000 km llegamos al oceáno Índico, a la que algunos consideran la perla del oeste: la sobrevalorada Broome. Allí tendremos nuestra primera parada técnica, siempre entre amigos.


Broome tiene una curiosa historia de buscadores de perlas y asentamientos chinos, pero la razón por la que la gente viene es por sus bonitas playas...


... y preciosos...

... y surrealistas atardeceres...


Pero nuestro objetivo no es el Índico y ni siquiera estamos a medio camino. De hecho echamos de menos la soledad y libertad del bush así que nos preparamos para la parte más dura. A partir de ahora la civilización será aún más difícil de ver, las distancias se alargarán como por arte de magia y con ellas el suministro de agua y comida. Pero esto es lo que nos gusta a los que viajamos en bicicleta, la emoción del reto

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